Cine, filosofía, gratitud, belleza, fe, filósofo, teología. odio, duda.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Los relatos del cine


En los tiempos en que la tecnología digital era pobre y escasa, comparada con la actual, lo muchachos solían reunirse en las noches para contarse para contarse relatos fantásticos que escuchaban de los adultos y de otros compañeros que habían logrado la destreza de contarlos.
Producto de la carencia de artefactos tecnológicos, la imaginación y la creatividad eran lo más común. Mientras los relatos eran narrados, la imaginación recreaba cada instante de aquella historia que resonaba en el silencio nocturno. Cada escena era recreada por los espectadores con tanto colorido que la misma permanecía por días manteniendo la misma sensación del primer día.
Esas narraciones tenían décadas de existencia, se habían contado de una generación a otra, pero el colorido de la imaginación conservó su frescura dándoles así trascendencia a tal grado que formaron parte del aspecto cultural del pueblo.
Por eso, cada noche que los muchachos se reunían para entretenerse entre la oscuridad y la apremiantes, emergía la cultura de su comunidad envuelta en tradiciones y fantasías populares que, si bien no pasaban de ser eso, fantasías, gozaban de todo el crédito de la inocencia. La oscuridad le daba a ese momento, y al relato mismo, ese toque mágico.
Ese instante sobrecogedor es emulado en el cine. Cuando las luces se apagan y se enciende el proyector, la imaginación cobre forma, ya no mental sino, corpórea, donde en la superficie plana un nuevo universo se dibuja ante la mirada del espectador quien anclado en su silla vive miles de emociones en un solo instante.
Los relatos que el cine ofrece son ricos en variedad. Desde la película más triste hasta la mas alegre, y desde la conceptual a la simple, se percibe en la superficie plana y blanca una serie de historias marcadas por la realidad, en unos casos, y por la fantasía, entre otros; los mismos cobran vida tras las luces, el movimiento y el sonido (éste último a partir de la tercera década del siglo pasado).
La sala del cine es el lugar donde la imaginación es infinita; allí lo imposible pasa de ser una condición a un término obsoleto. En cada entrega, los relatos cinematográficos ocupan la imaginación y los sentimientos del espectador hasta llevarlo a la intención de fusionarse con el personaje que capta su mayor atención.
La valentía, la temeridad, el ingenio, el amor y la osadía, y el respectivo opuesto de cada cualidad, llenan de entusiasmo al público que ocupa la sala con la intensión de montarse sobre cada relato y así emprender la huida a lugares donde sólo la imaginación puede llegar.
Cada personaje del mundo cinematográfico, además de modelar algún tipo de conducta, denuncian el pesar y el bienestar de la vida, situación suficiente para que el público que pernocta en la sala de proyección encuentre correspondencia a su situación imperante en ese momento, lo que explica el brote de lágrimas y risas, lo mismo que el enfado, que afloran entre escena y escena.
En cada relato cinematográfico, la historia de la humanidad con sus respectivos problemas, se recrean una y otra vez según la perspectiva del director que los presenta. Si hoy se puede entender más fácilmente el drama de la humanidad primitiva -por mencionar un ejemplo- es gracias a esos sucesos que se relatan entre imágenes en movimientos.
Como aquellos momentos de inocencias que transcurrían entre relatos nocturnos, sin que nadie cuestionara su veracidad, en el cine se vive la cosificación de la imaginación sin pensar siquiera en su valor de verdad que, en el fondo y a final de cuentas, es lo que menos importa, pues basta con la leve posibilidad de que lo que se figura remoto e imposible pueda ser alcanzado en unos instantes proyección imágenes que transcurren entre luces y sombras.

Por: José E. Flete Morillo

  Dr. José Flete RENÉ FORTUNATO Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DOMINICANA A TRAVÉS DEL CINE DOCUMENTAL RESUMEN: El documental ...