En los últimos años las
productoras cinematográficas Marvel y
DC se han dedicado a la tarea de
retrotraer del mundo de los dibujos animados figuras que contaban con el
aprecio y la admiración de esos grandes genios de la imaginación, o sea, los
niños y los adolescentes. Personajes de acción que, en sus orígenes se
caracterizaban por lo grotesco de sus movimientos, la rigidez de su expresión
facial y un guión ajustado al ideal del bien (detalles muy propio de los
dibujos animados de la época), hoy disfrutan de cierto realismo gracias a que
son protagonizados por actores de renombre que disfrutan de lo mejor de la tecnología cinematográfica de
estos tiempos. Lo que antes nos producía fascinación por sus planteamientos
éticos (la lucha entre el bien y el mal) nos llena de admiración y asombro
puesto que esos “súper héroes” están más cerca de nuestra realidad al ser encarnados por actores y actrices que,
no obstante la hipérbole cinematográfica, comparten con nosotros esta realidad
asfixiante e inevitable.
Ambas casas productoras han
traído a nuestra inmediatez esos personajes que desde el pináculo de nuestra
niñez mirábamos con toda atención evitando perder cualquier detalle de aquello
que, para nosotros merecía todo crédito, tanto así que muchos, en su inocente
imaginación, pusieron en riesgo la vida en pro de asemejarse al héroe que, al
surcar los aires, captaba toda su atención. Un ejemplo de eso lo constituye una
escena de uno de los episodios de la serie televisiva Dr. Hosue, en la que un
discapacitado se lanzó desde cierta altura tratando de volar como uno de sus
héroes favoritos, Superman, lo hacía.
La vida real objetiva está plagada de evidencias de esta naturaleza.
Caiptán
América, Spiderman, Hulk, Batman, Mujer Maravilla, Superman, entre
otros superhéroes son personajes que de
manera indistinta ambas productoras han traído a nuestra actualidad, sacándolos
de la animación simple y dándoles espacio en el plató para así aproximarlos a
nuestra existencia. O sea que, Supermán,
además de ser encarnado por un actor de renombre, está inmerso en una serie de
problemas existenciales que lo colocan al borde de la extinción, es decir que
el afamado Hombre de acero, está colmado de subjetividad, el mismo es muy
vulnerable a los sentimientos, mismos que van más allá de su extraordinaria
fuerza y del poder devastador de la criptonita.
Una de las últimas hazañas en
el tiempo de una de las productoras citadas, es el personaje de Aquaman, personaje fantástico procedente
de la Atlántida cuya sentido del
deber lo conmina a preservar el bienestar de nuestro planeta. Como en los
dibujos animados, este héroes tiene la virtud de comunicarse con las especies
marinas, hecho que le hace merecedor del calificativo “rey de os siete mares”. Calificativo
que, gracias a la intervención de los dibujos animados, tenemos acuñados desde
la niñez pero que, ahora, entenderemos con más claridad puesto que los
creadores de DC Entertainment, con el
respaldo de la Warner Bros., nos presentan una propuesta de cómo
surge el heroico atlante.
Aquaman es una
producción que sale al mercado cinematográfico en diciembre de 2019 baJo el
reconocido sello de la Warner Bros. Picture; es dirigido por James Wan y
guionizada por Will Beall y David Leslie
Johnson-McGoldrick y estelarizado por
Joseph Jason Namakaeha Momoa (Aquaman), Jason Momoa, Amber Heard, Willem Dafoe,
Yahya Abdul-Mateen II, Temuera Morrison, Dolph Lundgren y Patrick Wilson. Una
simple sinopsis discurriría sobre una historia en la que un
hombre de dos mundos, la superficie y el océano, se ve obligado a asumir el
reino de Atlantis so pretexto de evitar una gran guerra entre sus dos mundos;
la misión implica enfrentar a su medio hermano quien, preso de la ambición de
poder, intenta ser el dueño absoluto de los “siete mares” sin medir
consecuencias, provocando una guerra cuyos resultados irían más allá del
desastre.
El film es impresionante,
especialmente para quienes tuvieron acceso al cómic y para los que todos los
días miraban con efusión la serie que narraba las impresionantes aventuras del
súper héroe ultramarino. Ahora ya no se trata de animaciones orquestadas en
función de la tecnología de la época, un tanto rudimentaria comparándola con la
de hoy, sino que se trata de una historia que deja cierta sensación de
realidad, una realidad más cercana a la del espectador. Sobre todo, cuando
dicha historia parte de una realidad existencial, en la que la condición humana
se pone de relieve o, mejor dicho, se superpone a las cualidades sobrehumanas
del héroe en cuestión, Aquaman.
De
vuelta a la tradición mitológica.
El origen de Aquaman se remonta a la tradición
mitológica griega en la que los dioses intimaban con los humanos dejando como
resultado un semidios. La condición metahumana del personaje remite a la de
Aquiles, hijo de un humano y la diosa Tetis; de igual modo, el mestizo (así
llaman los atlantes al héroe) procede de una relación que surge, producto de
destino, entre la reina de los atlantes y un cuidador de un faro. Se trata de
una concepción orquestada por el destino: dos personajes de dos mundos
disímiles se encuentran por accidente y, producto de un trato habitual, surge
la mutua inclinación cuyo resultado es Aquaman.
A manera de una serie de intermitentes flash-backs, en el
film, se explica cómo el “destinado salvador del mundo” fue adiestrado para el
futuro; el simple hecho de que el héroe tuviera un instructor destinado para fu
formación es indicio suficiente de que sobre nuestro personaje reposaba una
condición mesiánica. El héroe había nacido, y de paso sellado por el destino,
para triunfar.
Algo que hay que resaltar es la
manera peculiar del bautismo del héroe. Aquiles, fue sostenido por el talón
para ser sumergido en las aguas divinas para así garantizar su protección, pero
en Aquamán se registra algo distinto y es que el
sumergimiento no fue en las aguas sino en la guerra. Cuando la madre atlante
(Nicole Kidman) lo está instruyendo en la tradición (aquí reparamos en la
oralidad como recurso de instrucción) surge el ataque dejando al niño a un lado
quien desde ese ángulo recibe los primeros adiestramientos para la guerra, algo
con lo que se tenía que ver en el futuro.
Sin embargo, aunque el héroe
recibe la formación del hogar, hay que destacar que el modelo de enseñanza no
lo recibe del padre sino de la madre; es esta que además de instruirle en la
tradición atlanteana modela para él el estilo de combate. Hay un momento en el
que se ve a la madre combatiendo cuerpo a cuerpo con sus oponentes, quienes
tienen órdenes de hacerla retornar al reino de Atlántida a cualquier costo; en
ese momento, mientras ella pelea, la cámara hace una toma a la mirada del niño
quien, un tanto confundido, observa a la madre cuyos movimientos serán
ejecutados por él mismo en escenas posteriores.
Como Aquiles, Aquaman es un
semidios, un híbrido entre lo humano y lo divino; si el héroe literario es
veloz en la superficie, el héroe fílmico lo es en el agua; pero ambos, a pesar
de ser disímiles en cuanto a su radio de acción, coinciden en su misantropía;
detestan el trabajo en equipo y resultan implacables con el villano. En el
héroe oceánico el respeto por la vida se subordina al sentido de justicia en
cuanto al castigo al malo.
Como en la mitología griega, en
Aquaman, el drama del mundo atlantes
se teje en torno al problema humano; todos están convencidos de que la
humanidad es la causante del deterioro del planeta[1]
y la única forma es exterminándolo, conclusión a la que no todos respaldan por
ser perniciosa, lo que lleva a la
decisión de enfrentar al villano, acción en la que el héroe se verá, más que
involucrado, comprometido. Es este nivel de compromiso lo que resalta la
diferencia entre el bien y el mal, el primero representado por Aquaman y el
segundo encarnado por su hermano Orm.
Si bien la relación, madre hijo
remite a la tradición de la mitología griega en lo que respecta al caso de
Aquiles y Tetis, la situación de los
hermanos remiten a la mitología romana en la que un hermano mata al otro
(Rómulo y Remo) teniendo como trasfondo político un reino. De igual manera, en
el film, los hermanos combaten por el ideal de un mejor reino (Atlantis) con el
atenuante de que el hermano mayor propugna por la convivencia con “otros”
reinos, mientras que el menor mantiene una perspectiva implacable en lo que
respecta a la Superficie.
En fin, el film remite a la
tradición mitológica en el sentido de que mantiene latente la lucha entre dos
fuerzas opuestas sea desde la relación océano-superficie o desde la perspectiva
de los hermanos (una propuesta que apunta no sólo al mito de Rómulo y Remo, sino también a la
hebraica Jacob-Esaú) y a la de
judeocristiana respecto al problema del bien
y el mal. Todo esto además de que está la idea del género humano como
causante de todos los males, una mirada del mismo desde la naturaleza, su
principal víctima.
Deshumanización
del hombre.
Es cierto que el contexto
geográfico y sociocultural, amén de su ficticidad, es el mundo de Atlantis;
pero este enfoque, a pesar de que la superficie es un mero referente del
primero, termina convirtiendo al hombre en un ser temeroso cuyas acciones no
contemplan el impacto de sus consecuencias. O sea que el hombre es totalmente
privado de lo que lo caracteriza y da primacía en la cadena alimenticia su
raciocinio. Hay un momento del film, en la escena del submarino, en que
Aquaman, después de eliminar a los malos, encuentra a la tripulación asustadiza,
desorientada, acorralada y temerosa ante la posibilidad de morir. Aquí el ser
humano es deshumanizado al ser tratado como seres indefensos, hecho que lo reduce
al plano biológico, o sea, animal.
Casi durante toda el film el
ser humano es tratado como simple referente de un drama que, aunque de alguna
forma lo involucra (pues se procura su destrucción), se le resta importancia;
sólo en dos escenas se plantea el accionar de los humanos, pero las mismas
resultan una crítica a la tendencia de trivializar cosas que atentan contra la
misma especie, porque al final el ser humano, motor principal del desequilibrio
del medio ambiente, no sólo causa daño a todo lo que le rodea sino, además, a
su propia raza y lo peor es que, no obstante conociendo que la desgracia pende
sobre su propia cabeza le resta importancia incrementando así su propia
desgracia. Esas dos escenas son las únicas dónde se presenta accionar consciente
a la humanidad, en las demás se le atribuya accionar tímido, en las mismas sólo es vista como una especie
a la que hay que cuidar de sí misma. Es en función de esto que se produce la
lucha en las profundidades oceánica, porque en la superficie lo que hay es una
turba de despistados y de no hacer algo en su favor el mal se le vendrá encima.
Arriba, en la superficie, los
humanos solamente emiten murmullos; su condición de desamparo los tiene
doblegados y, ante el mal que se avecina no pueden hacer absolutamente nada; ya
no tienen inventiva, por lo tanto lo único que pueden hacer es mirar con
asombro y resignación la respuesta que reciben desde el Océano respecto a la
contaminación que arriba se ha generado.
En el mundo de Atlantis, se
discuten cosas de relevancia: el destino del reino, asuntos de alta política,
el fin de la humanidad. En cambio los de la superficie apenas viven el momento,
la vida se les va en trivialidades, en cuestiones
perentorias, asuntos que se traducen en cuestiones básicas ya superadas, hace
miles de años, por los atlantes. Los humanos, ya no son tal, su condición ha
sido reducida a la condición de animal que necesita ser cuidado de sí mismo y
de los peligros que le rodean.
El
perfil héroe
En este film, se dedica a
elaborar el perfil del héroe. Desde la concepción del mismo (presentada como
una estrategia del hado) hasta la coronación del mismo como “rey de los siete
mares”. Toda la película es una construcción épica del superhéroe donde además
de las condiciones metahumana, o sea su cualidades “especiales”, también se
presenta el sentido del humor del mismo.
Aquaman, como todo metahumano,
posee cualidades innatas, además de las habilidades que le hacen ser perpetuar
su recuerdo a través del tiempo y las culturas. Como se planteó con
anterioridad, es hijo de un humano y de
una diosa. Sus súper poderes los hereda de la segunda mientas que el halo
humano, con todos sus vicios, los hereda del padre; es en este último sentido
que se puede apreciar a un héroe que actúa bajos los impulsos de la pasión;
condición que le lleva a salvar a los demás, pero en lo que se refiere al
villano, le da un par de tres ser indiferente a su muerte. Como evidencia está
la escena en la que surge Manta Negra, su archienemigo de la serie animada; el
padre de éste está a punto de morir, producto de la paliza que le propinó
Aquamán, pero como aquél era un villano, no obstante la súplica por ayuda del
hijo, lo abandonó a su suerte dejándolo morir sin sentir el menor
remordimiento.
La escena del submarino es el
nexo que empalma la etapa infantil del héroe con sus cualidades heroicas;
anterior a ésta solamente se conocía del personaje los datos familiares, o sea
quienes eran sus padre y las virtudes metahumanas del mismo; pero es en esta
escena que se reconoce en acción; es allí donde se evidencia que el personajes
ya tenía precedentes salvando a la humanidad de sus propios errores. En lo
adelante, se inicia una trama que, aunque lo implica va más allá de su
archienemigo (de hecho, éste resulta ser un referente de lo que trasciende, es
decir de la lucha entre dos elementos) [2].
A partir de la escena del
submarino, se inicia un periplo en el que se define el perfil del héroe,
travesía que resulta necesaria porque se hace necesario despertar la nobleza
del mismo; porque un héroe que es indolente al dolor del enemigo, inclusive la
muerte, es un héroe cuestionable. Hay que recordar que Aquaman, atendiendo al
perfil del cómic y de la serie animada, es propenso al imperativo de la
preservación de la vida de todos los seres vivientes. Pero el del film, en sus
inicios se muestra un tanto implacable con el villano, es propenso a la ira y
vengativo.
Es en su odisea, en el proceso
que tiene que pasar para ser encumbrado a la posición más alta en el mundo de
Atlantis, que va siendo purificado y, así, surgiendo en él, el respeto por la
vida, incluyendo la de sus adversarios. Ya, al finalizar el film, nos encontramos
con un héroe que comprende el sentido del perdón (pues no aniquila a su hermano
sino que le perdona la vida), entiende el sentido del trabajo en equipo, o sea
con un sentido de colectividad más clatro, y con inclinaciones hacia el amor[3].
Hay que tomar las escenas de
Atlantis como referente de un “antes” y un “después” en la vida del héroe; o
sea que, a partir de ahí, hay que hablar de un primer y un segundo Aquaman. En el primero se
encuentran la ira, la venganza y fobia a la mancomunidad; es decir, un héroe
más próximo a la humanidad con sus vicios[4].
En cambio el segundo Aquaman emerge más noble, totalmente transformado; la
escena con el guardián del Tridente no sólo le permitió vencer un obstáculo
sino que operó en él un cambio. Su salida del territorio del guardián significa
el triunfo sobre sí mismo; ahora se le ve digno de la postura de un verdadero
rey.
Ahora nos encontramos ante un
segundo Aquaman; ahora sí nos encontramos ante un héroe que. Al combatir contra
sus enemigos, se muestra más imponente, mejor estratega militar (pues entiende
y maneja a la perfección lo del trabajo en equipo) y, lo más importante, magnánimo ya que en vez
de aniquilar a su contendor prefirió perdonarle la vida.
La odisea por la que el héroe
atraviesa en Atlantis, puede entenderse como una obra del destino requerida
para hacer emerger un héroes acorde con la misión de salvar a la humanidad,
porque de no ser así, en un arranque de ira provocada por la ingratitud de
ésta, lo que conduciría a sus abandono (atendiendo a la teoría del mal menor)
de no aniquilarla por completo. Es después de esa travesía que el rey que
recibe Atlantis –así como el nuevo súper héroe que recibe la humanidad- aparece
transformado, digno de su condición: de ser uno de los componentes de la
herogonía de DC Films.
Pero, finalmente, hay que
señalar que el sentido del humor del segundo Aquaman es recurrente. A pesar de
la transformación, el héroe sigue manteniendo su hilarante condición a pesar de
los problemas que debe enfrentar. Su histrionismo sigue siendo el mismo, es
como una forma de hacer frente a los momentos de crisis. Este histrionismo es
su forma de abstraer las dificultades y, de paso, reducirlas a simples
nimiedades.
Una perspectiva de la
dialéctica del bien y el mal
Uno de las temáticas
recurrentes en el cine, incluyendo el de ficción, es la que plantea la
dialéctica entre el bien y el mal. La perspectiva cinematográfica plantea este
problema atendiendo a la convivencia del individuo con el otro. En esta
relación surge y se desarrolla lo que podemos llamar “el conflicto moral” el
mismo opera en el marco de la conciencia condición necesaria para que tanto el
uno como el otro resulten involucrado en el conflicto.
Al margen de la conciencia no
hay tal problema. La presencia de “el otro” cobra sentido cuando el individuo está
consciente de él, cuando esto sucede recurre a una serie de mecanismos con la
finalidad de ocultarse del mismo, es de ahí que proceda a los “buenos modales”
como forma de “salir del paso”. Pero es en la misma conciencia donde el sentido
del tanto del bien como del mal cobra sentido conminando al sujeto a considerar
su accionar en función de ello. Desde aquí el individuo considera tanto su
accionar como el de los demás; cada acto, el suyo o el de “el otro” pasa por el
filtro de su conciencia atribuyéndole de inmediato cierta valoración.
El cine replica esta situación
con la particularidad de que logra el milagro intentado miles de veces en el
mundo literario: crea los personajes que se encargarán de encarnar el bien el
mal de forma indistinta. En el cine el dilema moral cobra forma, allí tiene
cuerpo y conciencia. En el plató el bien y el mal desfilan como por una
pasarela mostrándonos sus atributos y haciéndonos tener una idea más definida
de ellos. Desde la gran pantalla el bien y mal discursan, exponen sus razones
evento que nos permite ponderar sus respectivas consistencias.
Principalmente en el cine de
ficción, el bien y el mal son liberados del estigma y confinados a la
personificación. En los demás tipos de filmes el lector se encarga de ubicar al
bueno o al malo para posteriormente identificarse con él al grado de olvidarse
de su posición de espectador mientras vive la travesía de su personaje en
cuestión; pero en el cine de ficción ambas valoraciones dejan de ser tal
gracias a creación de su director; aquí, en el cine, no solamente son
materializados sino que, además elaboran una apología de sí mismos. En los
demás géneros fílmicos el bien y el mal se mantienen en una especie de círculo
vicioso en el que el espectador participa descodificando lo que aparentemente
se pretende significar. En cambio, en el
género de ficción, por ejemplo el de terror, encontramos cierta simplificación
puesto que de golpe ya el espectador tiene
un concepto claro de la tanto de
la esencia del bien y del mal como de
sus indistintos orígenes.
Pero el problema es que en Aquaman el bien y el mal, además de
personificados tienen un parentesco; otra vez la trama mitológica se pone de
relieve; Rómulo y Remo compiten entre sí, con el atenuante de que en este caso
no habrá más muerte que la del ego. En este sentido la muerte se produce de
manera simbólica; en el héroe, sucumbiendo su fobia a la colectividad para
subsecuentemente emerger con el sentido colectivo. En el antihéroe porque sus
ambiciones de poder muere no sólo con su derrota sino con la reaparición de la
reina madre a la que consideraba muerte y que, una vez presente le convence de
sus desmanes, situación que da por sentada irremediable su derrota. Pero las
muertes que aparecen en el film solamente son marte de una estadística bélica
que se refiere como elemento de contexto fílmico.
El problema del bien y el mal
es tratado desde el punto de vista del discurso. Aunque los personajes
antagónicos que los encarnan llegan a combatir entre sí, en el fondo hay una
cuestión de pensamiento. Está el problema de mantener el poder, por el lado del
antihéroe, y de asumir el destino de asumir un vasto reino, por parte del
héroe. Por una parte el mal entiende el poder como medio de aniquilación del
adversario y, por la otra parte, tenemos el bien que entiende la preservación
del equilibrio universal pues de no existir la superficie, como plantea el mal,
se perdería esa armonía que representan los dos mundos. Él combate en la arena
resulta una metáfora pues la lucha no es corporal como aparenta ser sino más
bien ideológica; de ahí la continua arenga del antihéroe por convencer de sus
ideales a los que procura reclutar en su proyecto.
En Aquaman tanto el bien como el mal cobran forma y más de la forma
conciencia de sí mismos. Pero si atendemos bien a las propuestas de amos
entenderemos que se trata de una lucha de egos, por eso en al final del film lo
que se aprecia es la muerte del ego; el héroe emerge de sus cenizas purificado
consciente de su sentido gregario, en cambio el villano queda sepultado en su
resignación convencido de su fallo, alejado de todo medio de poder.
Por: José E. Flete Morillo
[1]
. En diferentes filmes de corte iconoclasta se plantea el tema de la incidencia
del ser humano en el desequilibrio de la naturaleza; en uno de los filme de
este tipo, Ultimatum a la Tierra, un remake de la de 1951, se plantea que la
única manera de salvar a La Tierra es extirpando de ella a la especie humana.
[2]
. Sabemos que Manta Negra es el archienemigo gracias a la serie animada, pero
en este aspecto el mismo es tratado como un elemento subyacente de una crisis
entre dos mundos. Después de ahí manta queda excluido de la historia; quizás
los productores en otro momento se valgan de un entramado para devolverle su
esencia antagonista, pero por el momento es sobre el hermano que recae dicho
papel.
[3]
. Debo aclarar que esa escena del beso fue totalmente fuera de contexto y
cursi, algo muy propio del cine americano de las últimas décadas. Es
impresionante como en un momento en el el mundo se le viene encima a los héroes
éstos detienen el tiempo para el erotismo, aunque también es oportuno aclarar que
el beso es un indicio de que el protagonista no sucumbirá a la muerte.
[4]
. En la escena de la taberna, en la que se encuentra con su padre, se pueden
apreciar dejos de humanidad, principalmente en el momento en que la comunidad
de motociclistas se le acercan para una
fotografía. Aunque se trata de una escena cómica, se puede apreciar el
trasfondo de una vida plenamente humana, allí no hay nada de heroísmo ni de
virtud, sino pura y simple humanidad.
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