Lo
persiguió durante un largo trayecto. Había logrado herirlo de un disparo, pero,
cuando iba a darle muerte, uno de los cómplices de la víctima se interpuso
frustrando así su cometido, situación que aprovechó aquella para huir. Pero era
tan grande su sed de venganza que él no midió obstáculo y siguió tras el herido
quien iba desesperado, angustiado por su proximidad a la muerte mientras que él
iba tras él paciente, sin apresurar tanto su paso, ya que sabía que su plan
orquestado hace más de nueve años por fin tendría cumplimiento. La víctima, por
su parte, no pudiendo más, cayo próximo al lago que fungía como barrera que
impedía su paso; una vez en el suelo suplicando piedad, pero su vengativo
adversario, ignorando su clamor se le sentó encima, inutilizando de esta forma cualquier
posible movimiento de su víctima. Una vez ésta dominada, asió su cuello con su
mano izquierda, sosteniendo con la otra la pistola que traía; apretó un poco su
garganta y le preguntó con paciencia letal, propia de quien sabe cómo matar, si
había matado a su esposa e hija; al este confesar, fue estrangulando con
lentitud al que por más de nueve años lo había sumergido en la soledad más
tortuosa; lo fue apretando lentamente, como si disfrutara el sabor de la
venganza. Muerto aquél, procede a llamar a su amiga y le dice, “ya todo
acabó”. Con la muerte del ahora asesino confeso, terminó una persecución de
casi una década.
Este
relato se corresponde con una de las series televisivas más vistas de este
siglo. El mentalista (The Mentalist)[1].
La misma trata de un personaje, Patrick Jane quien, tras perder a sus esposa e
hija, producto de un crimen, entra como asesor del BIC (Buró de Inteligencia de
California) con el fin de dar con el perpetrador conocido como Red John,
estadía que se prolonga por más de nueve años, pero que le sirve de apoyo a la institución
en la búsqueda soluciones de una serie crímenes difíciles de resolver.
-. El
concepto de la venganza.
Aquí, la
venganza es presentada de una forma un tanto peculiar; la misma se anuncia
equidistante entre el remordimiento y la plena satisfacción por haber logrado
lo cometido. Durante toda la serie, el problema de la sed de venganza se
muestra como un elemento recurrente que, conforme avanza, recrudece.
En cada
episodio está latente el conflicto con “el-otro”; y es en esa relación que
surge una serie de desavenencias entre las que resalta la sed de venganza,
encarnada en el protagonista quien ha hecho de su enemigo su contraparte; Red John,
excepto en el episodio donde muere, es una especie de leyenda que surge de vez
en cuando sólo para lograr que el espectador se identifique con el héroe. Red John
es el enemigo y asesino silente y desconocido, que mata cuando quiere y a quien
quiere haciendo sentir su poder (es como si en el director existiera la leve
intención de mostrarlo casi omnipotente); todos saben de él, pero de referencia;
está en todas partes y en ninguna; puede ver a todos, pero nadie a él.
Lo indescifrable Red John, asesino en serie, y
causante de la sed de venganza en el héroe, va generando angustia en el
espectador quien, una vez apreciado el primer episodio, se identifica con el
héroe, Patrick Jane, y esa simpatía se va consolidando en la medida que avanza
la serie. Durante ese trayecto el espectador ha tomado el lugar del personaje y
así llega a la conclusión de que no hay alternativa que eliminar al villano que
tanto dolor y pesar ha causado.
El caso
es que Red John es caracterizado a través del enigma que gira en torno a su
figura. Todos quieren saber cómo es a pesar de que es una constante en la
serie, pero una constante con prácticamente omitida. Si bien el espectador desea
su muerte como un alivio a los sufrimientos de Patrick, también es muy cierto que
subyace el deseo por saber de quién se trata.
El repetitivo
sufrimiento por el que pasa el protagonista en cada episodio, como el misterio
desesperante que gira en torno al asesino (que por cierto sigue matando con
toda naturalidad), hacen que la venganza sea, a fin de cuentas, un mal
necesario, situación que justifica la perpetración de la misma bajo cualquier
circunstancia y en cualquier momento.
-. El amor como aliciente del dolor
El amor
es un tema recurrente en toda la serie. Cada personaje de la misma, comenzando
por Jane y Teresa Lisbon hasta culminar en los personajes de relleno, experimenta
un momento idílico que suaviza los resquemores que abundan en la obra.
El drama
amoroso de cada personaje es como una escapada a otro mundo en el que los
crímenes no existen sino el imperio de los sentimientos eróticos que en cada
escena hacen recordar que, en el mundo, si bien el mal cobra cuerpo, también es
muy cierto que hay personas que aman y cuidan a los demás.
Son numerosas
las escenas en las que, tanto Teresa como sus colegas, se caracterizaron por su
cariño y cuidado hacia Patrick Jane; son numerosas las escenas en las que
resaltó ese momento emotivo en los que lo noble se superpuso a la maldad
latente imperante en el momento. El hombre que tenía sed de venganza, que no daba
tregua en su búsqueda implacable de su archienemigo, que entró lleno de odio e
indiferencia por las puertas del BIC (Buró de Inteligencia de California) ha
ido experimentando un sentimiento distinto y, en capítulos posteriores, sabrá corresponderles
con igual deferencia.
La
relación que existe entre los integrantes del BIC, especialmente en los
cercanos a Patrick Jane, constituye la evidencia de que, en el mundo del héroe,
no todo está perdido. Quizás luzca un poco cursi, pero lo cierto es que el amor
es suficiente evidencia para poder creer en los demás sin importar que la
pérdida del sentido de empático amenace con perderse.
-. El
sabor de la venganza
Es en los
capítulos en los que se acrecienta, y amenaza con resolverse, el enigma del
personaje de Red John. Próximo al desenlace, aparece una serie de distractores
que permiten advertir los tentáculos de la mafia que operaba en el BIC y lo
entramado de la misma, así como su complicada dimensión.
Red John
es el archienemigo, la contraparte de Patrick Jane.
Como individuo constituye el personaje
que da sentido a la personalidad del héroe; pero visto desde el concepto del
mal, el cómo opera y se disemina por el aparato burocrático, constituye el ente
colectivo cuya forma está descrita en la institucionalidad misma.
En los
episodios que giran en torno al desvelamiento de la mafia que operaba dentro
del BIC, existe una especie de inquietud, situación que causa en el espectador
desesperación y a la vez quietud ante el anuncio del fin de mal, pues el héroe
(en quien él mismo se proyecta) por fin tendría su venganza cumplida.
Por fin
llega el momento. Ya Patrick sabe quién es Red John y puso al descubierto la
inmensa red criminal y mafiosa que operaba dentro del BIC. Antes John jugaba al
gato y al ratón con Jane, pero, en este preciso instante en el que todo el
imperio de Red John se derrumba, es el segundo que camina paciente, satisfecho
de que por fin tiene ante sí al asesino de su esposa e hija.
La imagen
del asesino huyendo es impactante. Se trata de del temible asesino lleno de
temor; es una paradoja de del miedo. En el momento en que Patrick Jane emano
sobre su cuello para estrangularlo, le ordena mirarle y le pregunta si teme morir,
respuesta que le llena de satisfacción. El causante te tantas muertes, ahora
teme a la suya; quien antes disfrutaba sembrando terror, ahora sufre al
padecerlo.
Patrick
Procede a estrangularlo; durante el acto la cámara se aleja del rostro del
asesino y se enfoca en el vengativo héroe. Se escucha un crujir de algo que
aprieta mezclado con la interjección, producto de la asfixia, que padece el
asesino y, mientras todo eso sucede, se presenta el rostro de Jane, satisfecho.
Esta escena describe la satisfacción del que busca y obtiene venganza. Aquí se afirma
que la venganza tiene sabor, pero todo depende de quién la ejerce y de quién la
recibe.
-. Epílogo:
Patrick Jane reivindicado
Como
héroe, Patrick Jane cometió una acción que maculó su investidura de héroe: él
mató. En lo que respecta al héroe de cualquier película, el homicidio es una
acción nefasta para su figura.
Previo a la ejecución de su antagónico personaje,
Jane ya había ejecutado a otro por error en su sed de justicia. Lo cierto es
que la víctima era también un criminal en serie, pero él, Patrick Jane, era un
héroe y como tal estaba consagrado a la justicia y ese fallo para él era
imperdonable.
Aunque
por breve instante purgó su pena en prisión; esta vez aún pudo dar con el
verdadero asesino de su familia, la mácula que apenas se borraba de su
trayectoria se hizo más notable, dejando en entre dicho su reputación. Ahora el
héroe, con o sin razón es un asesino cualquiera que disfrutó matar. Y, para
empeorar las cosas, se dio a la fuga completando así la metamorfosis de asesino.
Con su huida, el ciclo estaba cerrado, Patrick Jane había pasado de héroe a
asesino convicto. Red John había dejado de ser el más buscado, aquél lo superó.
La figura
del héroe está mancillada, así que, el productor, Bruno Heller, busca la
alternativa para reivindicarlo y devolverlo perfecto al espectador. Así que lo
que sigue es hacerlo pasar por una odisea en la que, en tierras lejanas, hace
vida común diseminándose entre los lugareños, llevando una vida trivial,
perdida entre saludos y misivas sin respuestas.
Allí, lejos
de su país es alcanzado por el FBI y, entre condiciones, enrolado en el servicio
federal donde se produce un nuevo nacimiento. El hecho de que el BIC sea
desintegrado y el héroe enrolado a la nueva institución, indica que se busca
restaurar la condición emblemática del mismo.
El
procedimiento consiste en darle al personaje un nuevo ambiente de trabajo, pero
con los mismos amigos, reapareciendo viejos enemigos con el atenuante de que
los enfrenta sin perder su pulcritud. Aquí es perseguido a muerte, pero sus principios
se imponen y deja que la justicia haga su trabajo.
Pero son
dos aspectos los que han de purificar al héroe devolviéndole impoluta su
investidura: su amistad con Dennis Abbott y su furtivo amor por Teresa Lisbon.
En cuanto al primero, jefe austero y moralmente vertical, entabla una relación
que, en la medida que avanza la serie se va tornando más cerrada y amistosa, al
punto que Abbott confía plenamente en su instinto; hay un episodio en que éste
es asediado por un antiguo conocido y Jane sale en su defensa exigiendo respeto
para “mi amigo”.
En lo que
respecta a su relación con Teresa, Jane debe padecer el tormento de los celos ya
que esta centra su atención en otra persona dejando en vilo al héroe; varias
veces recibe un trato displicente; pero es entendible, el héroe debe ser
resarcido y la manera de hacerlo es mediante todo lo que implica el amor. En el
episodio del beso Patrick corre tras Teresa y vulnera toda la seguridad de la
aerolínea; en ese episodio realiza un acto de temeridad en el que su tobillo es
lesionado. Esa lesión es la evidencia de un sacrifico que culmina con una
humillación aún mucho mayor que su ego, pues suplica por amor. Igual que otras
veces es detenido pero esta vez se trata de un mártir.
La escena
del beso, el único entre Patrick y Teresa antes de la declaración del primero, representa
la reivindicación del héroe; antes era atormentado por la pérdida de su
familia, pero ahora ha vuelto a nacer. Pero es en la boda donde se completa la
trasformación del héroe quien se casa y pronto ha de tener un hijo. Patrick Jane
ha sido resarcido.
Por: José
E. Flete Morillo.-
[1] es
una serie estadounidense, de la firma CBS, cuyo estreno fu en septiembre de
2008; su creador es Bruno Heller y es estelarizada por Simon Baker quien
interpreta al personaje central conocido como Patrick Jane.


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