BOSQUEJO DEL HÉROE PATRIÓTICO EN LA POESÍA DE RAMÓN EMILIO JIMÉNEZ
(Prof. José Flete)
La poesía, en su esencia, emerge como una de las modalidades más trascendentales a través de las cuales el sujeto puede expresar y compartir sus reflexiones más profundas. Más allá de su mero aspecto estético, la poesía encarna la intención intrínseca de plasmar aquellas realidades que cautivan la atención del individuo. Es a través de este arte que el ser humano, especialmente el poeta, logra articular y dar forma al torbellino de ideas que agita su mente, convirtiendo sus pensamientos en una corriente impetuosa de ideas dignas de ser compartidas y exhibidas ante el mundo.
En el contexto poético, la figura del héroe se erige como un referente crucial para la superación humana, encapsulando el anhelo intrínseco de la humanidad por trascender sus propias limitaciones. Este personaje se presenta como una amalgama de lo humano y lo divino, una entidad que se eleva por encima de las vicisitudes humanas, emergiendo victorioso ante los desafíos que se le presentan. Aquel familiarizado con la epopeya homérica, como La Odisea, identificará en Ulises un arquetipo que incorpora en sí mismo los ideales de astucia, fidelidad, lealtad y valentía. Más allá de consideraciones estéticas, el héroe en cuestión se manifiesta como un símbolo triunfante de perfección, digno de ser tomado como ejemplo y guía en el camino hacia la excelencia.
No obstante, el fenómeno del héroe no es un elemento foráneo en la literatura local; en la narrativa dominicana, desde los relatos populares que buscan la comicidad a través de lo prosaico, dicho héroe emerge victorioso en medio de situaciones límites que aprisionan al ser humano, incluso en aquellas de naturaleza moralmente incómoda. En este contexto, el héroe utiliza ingenios cotidianos, adoptando la estrategia de "al buen tiempo, buena cara", valiéndose de lo profano como arma para enfrentar las contingencias contradictorias que caracterizan la vida. Este tipo de héroe encarna al individuo dominicano que, día tras día, se ve compelido a buscar formas y medios para progresar, pues comprende con precisión que, para aquel en situación de pobreza, la vida solo presenta dos alternativas: "...o se tira o se jondea". Este tipo de héroe asemeja al Ulises homérico en el sentido de que, en el argot dominicano, “sabe salirse de debajo de una patana”.
En el ámbito literario, la dinámica varía significativamente, particularmente en el contexto poético, que es el enfoque de nuestra atención en este momento. En la poesía, el héroe se presenta de manera más austera; su construcción responde al ideal al cual el pueblo dominicano, reflejado en la perspectiva del poeta, aspira alcanzar profundamente: convertirse en un ser que supere las barreras de las dificultades sin comprometer los principios morales que han guiado su brújula durante su travesía ética en el mundo. Este tipo de héroe, en contraste con aquel que se encuentra en la cotidianidad dominicana, exhibe una sobriedad distintiva; su figura se asemeja inevitablemente a la de Prometeo debido a su dedicación a un ideal que busca el bienestar colectivo, el de sus semejantes.
La poética de Ramón Emilio Jiménez (Santiago, 1886-1970) presenta un enfoque notable al incorporar a un héroe emblemático directamente desde la historia y elevarlo a un pedestal idealizado, estableciéndolo como un modelo para los dominicanos. Este acto de espiritualización mediante el canto a la Patria Dominicana confiere a los poemas un significado trascendental que se transmite a lo largo de las generaciones. La construcción autoctonista del referente dominicano, arraigada en la sustancia histórica, revela la capacidad del poeta para moldear y transmitir un sentido de identidad y virtud que perdura en la conciencia colectiva. Este proceso de materialización literaria contribuye a la formación de una narrativa cultural arraigada en la historia del país, generando un impacto duradero en la percepción de la identidad y la excelencia moral.
EL HÉROE COMO FIGURA DOCENTE
Emilio Jiménez nos ofrece una visión del nacimiento del héroe patriótico como un acontecimiento sorprendente; este no surge de la intervención de un dios caprichoso, como es común en las narraciones mitológicas griegas, sino que su origen se presenta de manera inexplicada en el sagrado umbral de la enseñanza, purificado por el fuego del conocimiento que Prometeo procuraba extender a todos los mortales. Es en ese mismo contexto donde, de manera meteórica, el personaje se convierte en un forjador de ideales cuya retórica tiene como finalidad la conformación de un ciudadano correcto. Escribe el poeta:
y al calor de tu enseñanza le infundió vida sagrada.
La gloriosa Trinitaria que fundara tu heroísmo
fue la cátedra primera de moral y de civismo”.
(Himno a Duarte, 1883).
La perspectiva presentada destaca la figura del héroe como un constructor de valores fundamentales. La metáfora de enfrentar primero los monstruos internos antes de abordar los externos, en consonancia con el enfoque socrático, resalta la importancia del autoconocimiento y el autodominio como condiciones esenciales para abordar los desafíos externos. La conexión entre la formación cívica sólida y la capacidad de resistir amenazas externas subraya la importancia de ciudadanos conscientes y responsables en la defensa de la nación. La analogía de un ciudadano débil en formación cívica como una "quinta columna" resalta la vulnerabilidad que puede surgir desde adentro, afectando la integridad de la sociedad. En conjunto, la visión del héroe como defensor de valores y como crítico de la falta de compromiso ciudadano ofrece una reflexión profunda sobre los fundamentos necesarios para la fortaleza de una nación en desarrollo. En ese sentido afirma el poeta:
Fuerza era que un maestro preparara la conciencia
donde habría de nacer la soñada independencia (Ibid.)
unto al Padre de la Patria la figura del Maestro.
En este fragmento, se presenta al héroe como un artífice de ideales y valores morales, equiparándolo metafóricamente a un orfebre que forja estas virtudes. Su propósito fundamental radica en promover el bienestar colectivo. La analogía se extiende al considerar el taller como una representación de la escuela, donde el héroe asume el papel de docente. En esta perspectiva, el poeta reflexiona sobre el heroísmo entendido como enseñanza.
Desde esta óptica pedagógica, el héroe-maestro destaca la amenaza que supone la ignorancia, la cual podría dar lugar al surgimiento del enemigo más formidable: un ciudadano apático e indiferente a los problemas de su nación. La conciencia del héroe, en su función educativa, busca prevenir este riesgo, reconociendo que la ignorancia puede gestar la indiferencia cívica.
El poeta argumenta que solo a través de una educación auténtica y robusta es posible unir a los ciudadanos en pos de un mismo ideal, representado por la patria, y contribuir así a la construcción de una nación mejor. La educación se erige como el medio necesario para consolidar la cohesión social y fomentar el compromiso cívico en aras de un bien común. Ramón Emilio Jiménez no concibe al héroe como una figura distante del docente, sino que los fusiona en una misma entidad, donde el héroe adquiere un sentido trascendente como maestro. Es crucial destacar que, según la perspectiva del poeta, la figura heroica se dispersa en el docente, indicando que cada educador cumple con la función emancipadora iniciada por Duarte en su proyecto independentista. La educación adopta una función casi sacerdotal, donde la conciencia del educador prevalece sobre las recompensas económicas, orientada a liberar al individuo bajo su cuidado formativo.
CONNOTACIÓN DE LA FIGURA HONORABLE
Una vez construida la visión del héroe como forjador de ideales, Ramón Emilio Jiménez procede a presentar del mismo una fase distinta pero no divorciada de la primera. Allí, el sentido bélico del héroe subyace bajo la visión docentista cuando hace, en el caso de Matías Ramón Mella, que el soldado, a pesar de la valentía y el arrojo contra el invasor, corran sobre los rieles de la honorabilidad y el sentido estricto del deber. Escribe el poeta en el Himno a Mella:
No fue nunca la divisa del
instinto de matar,
ni fue el rígido instrumento
de la fuerza militar
provocando las groseras
ambiciones del poder:
Fue tu espada la divisa
del honor y del deber.
Esta visión del guerrero noble nos encamina a comprender que no entra en conflicto con sus virtudes. A diferencia del héroe de La Odisea, el héroe patriótico de Ramón Emilio Jiménez es uno integral, construido verticalmente conforme a los principios éticos de su mentor, Juan Pablo Duarte.
Fiel discípulo de Duarte,
comprendiste el ideal,
y sirviendo los destinos
de la causa nacional (…). (Ibid)
Desde una óptica cotidiana, el genuino ciudadano no se aleja de los principios éticos internalizados; su conciencia está alineada con su nación y, desde una aprehensión intuitiva, se esfuerza por preservar estos valores sin quebrantarlos. Su compromiso se sustenta en la solidez de sus principios, los cuales se han visto reforzados en cada interacción con su nación y su cultura. En este sentido, su identidad se entrelaza de manera indivisible con la trama ética y cultural de su entorno, generando una coherencia vital que se manifiesta en la defensa activa de los principios que ha asimilado.
Sin embargo, el héroe patriótico no carece de aquel espíritu indomable que caracteriza a todo héroe; su valentía en la búsqueda de la libertad y la dignidad de su pueblo nunca se subordina al pretexto de la honorabilidad y la docilidad. Ambas cualidades emergen incluso en medio de un combate ferviente en favor de la libertad y el bienestar colectivo. Los actos valerosos del héroe constituyen el discurso más elocuente que convoca el sentimiento patriótico de los ciudadanos. Sus acciones constituyen el argumento más sólido en cuanto a la posibilidad de combatir el deshonor, la desidia y la tiranía sin menoscabo de los principios de moralidad. Jiménez reconoce esta situación cuando, a modo de imprecación, recrea de Mella la épica hazaña convocativa de su trascendencia:
Disparaste tu trabuco,
que rugió como León,
despertando las conciencias
y clamando redención. (Ibid.).
Cuando las acciones respaldan fielmente las palabras, se produce un despertar significativo en las conciencias, generando un impulso colectivo hacia el bienestar nacional. La coherencia entre lo dicho y lo hecho no solo fortalece la confianza y la credibilidad, sino que también despierta un sentido compartido de responsabilidad hacia el bienestar general. Este vínculo entre palabras y acciones sirve como catalizador para movilizar a la sociedad hacia objetivos comunes, fomentando así una cultura de compromiso y participación en la construcción y preservación del bienestar nacional.
LA TRASCENDENCIA DEL HÉROE
Después de presentar un perfil ecuánime y mesurado de aquel que vela por la integridad de la Patria, libre de cualquier vicio humano, el poeta señala una tercera condición irrefutable del héroe: el martirio. No se trata de una perspectiva romántica, sino de una fusión inevitable, ya que es en la muerte donde lo humano colapsa, dando paso a la trascendencia. Como si siguiera una fórmula kantiana, el héroe trasciende las limitaciones del tiempo y el espacio para perdurar en la conciencia nacional a lo largo de los siglos.
Sánchez glorioso, varón ilustre,
que no supiste jamás hollar,
los sacros fueron del patriotismo,
que levantaron el patrio lar.
(Himno a Francisco del Rosario Sánchez)
En el Himno a Sánchez, se destaca la representación de la integridad moral del héroe, cuya comprensión de la libertad se presenta como un ideal inquebrantable. En esta visión, ninguna necesidad humana se coloca por encima del valor intrínseco de la libertad. El héroe sostiene firmemente que la muerte sería preferible a cualquier supuesto bienestar asociado con la servidumbre.
Tú que juraste morir de hambre,
antes que siervo comer un pan,
y lo cumpliste cuando tu cuerpo,
de muerte herido cayó en San Juan.
La figura de Sánchez, tal como se plasma en el himno, se erige como un paradigma de sacrificio y convicción. Su firmeza en la defensa de la libertad sugiere una renuncia a comodidades y apegos mundanos en pos de un principio superior. La noción de que la muerte sea preferible al sometimiento evidencia una dedicación inflexible a la causa de la libertad, incluso en las circunstancias más extremas. Escribe el poeta:
Derecho tienes a que elevemos,
en tu memoria cantos de amor,
ningún soldado fue más glorioso,
nadie ha luchado con más valor.
El héroe, según lo describe el autor, ha alcanzado la inmortalidad no como un objetivo personal, sino a través del sacrificio desinteresado por la Patria. Su dedicación ha establecido una conexión profunda con toda manifestación de sacrificio y entrega, vinculándolo simbólicamente a estos ideales. Su inmortalidad, de este modo, emana de la interpretación social que lo asocia intrínsecamente con los valores fundamentales de sacrificio y servicio. En este contexto, el poeta emplea un símil que captura la esencia sacrificial del patricio:
Cuando miramos llenos de orgullo,
la patria enseña, con qué fruición,
pensamos todos que representa,
la parte roja tu corazón.
No quisiera concluir este breve opúsculo sin evocar el himno a la Bandera Nacional Dominicana, donde el poeta Ramón Emilio Jiménez sintetiza nuestra Historia Patria mezclada con nuestra cultura, encontrando un sello identitario que refleja nuestra nacionalidad. El destacado escritor, de manera efusiva y en una imprecación trascendental, expresa:
¡Dios! parece decir, ¡Oh bandera!,
La sublime expresión de tu azul;
¡Patria! el rojo de vívida llama,
¡Libertad!, dice el blanco en la cruz.
Mientras haya una escuela que cante
Tu grandeza, Bandera de amor,
Flotarás con el alma de Duarte
Vivirás con el alma de Dios.
Al final, la figura del héroe patriótico de todos los tiempos, aquel que, libre de pretensiones egoístas y malsanas, ha emergido en defensa de la Patria en los momentos más cruciales, lo ha hecho simplemente porque la Patria lo exige. Esta entrega trasciende en el tiempo, conmemorándolo como una figura ejemplar e inmaculada.
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