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martes, 26 de marzo de 2024

 

Platón y el cine

(Prof. José Flete)

 


Una de las características de los clásicos, especialmente los antiguos, es su capacidad para anticipar ideas que en el futuro parecen innovadoras y revolucionarias. Como expresó Giorgio Colli, "los clásicos son aquellos que, una vez que leemos algo, decimos: ya los clásicos lo dijeron". Es difícil, aunque tal vez no imposible, encontrar un escrito de algún pensador contemporáneo que no haya sido planteado previamente por los clásicos, específicamente los de la Antigüedad. Todo esfuerzo intelectual, incluyendo la Filosofía y las artes en sus diversas manifestaciones, ha sido moldeado por la influencia de los clásicos a lo largo de la historia.

Aunque el cine, como arte técnico, tiene su origen en el siglo XIX, su precedente conceptual se remonta a la Antigüedad. Si bien no se presenta como un dispositivo tecnológico donde la imagen y la luz se fusionan para el entretenimiento en una superficie plana, Platón, en La alegoría de la caverna, alude al efecto ilusorio que provoca el séptimo arte en el espectador. Según Arlindo Machado (2009), autor de El sujeto en la pantalla, la sala de proyección es el escenario del intercambio que experimenta el espectador entre la realidad y la ficción.

Hace más de dos mil años, el filósofo griego ya había observado cómo el sujeto en la butaca queda cautivado no por la butaca misma, sino por la realidad superficial que se despliega sobre la pantalla. Jean Baudrillard (2009), en su obra Cultura y simulacro, argumenta que en todo proceso humano hay un intercambio entre la realidad y la ficción, siendo esta última la que desplaza a la primera.

Platón destaca que para el sujeto la imagen es una realidad imponente e indiscutible. Existe una notable similitud entre lo que advierte el filósofo y los efectos del cine. El cine, como describe Machado, se apodera del espectador, quien durante más de noventa minutos es absorbido por una realidad ajena que, aunque ficticia, asume como propia. Desde esta perspectiva, ama, odia y construye un concepto de la vida que hace que cuestione su realidad inmediata.

Los conceptos de proyección, imágenes, sombras y realidad actualizan el relato de Platón en el discurso cinematográfico. Es difícil para quien haya leído el trabajo del filósofo y, al mismo tiempo, disfrute del cine, no percibir esta relación entre ambos. Como en la alegoría, el espectador del cine queda atrapado por la historia que se desarrolla en la pantalla; no hay más realidad que la que se presenta en ella. Los acontecimientos son tan convincentes que el espectador, como en Platón, se enfrentaría a cualquiera que intentara desafiar esa verdad concebida en tan solo noventa minutos o más.

En conclusión, el cine, como técnica discursiva de realidades alternativas, precede a la construcción misma del arte en cuestión. Como menciona Baudrillard, el concepto antecede al arte mismo. Desde la perspectiva de Platón, la idea de lo que buscaban los Hermanos Lumière aquella noche en París ya había sido considerada mucho antes del nacimiento del arte de la imagen en movimiento, del cual hablaría Gilles Deleuze (2020) siglos después. Platón fue el primero en hablar de ese intercambio en el que el sujeto es poseído por una imagen cuyo contenido considera parte de su propia realidad cotidiana.

 

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