SOBRE EL PARECER DE LUSITANIA MARTÍNEZ EN EL BAQUETE
PLATÓNICO
(Prof. José Flete)
Fue impactante escuchar a la profesora Lusitania Martínez elogiar de manera adecuada el compromiso del profesor Eulogio Silverio en pro del quehacer filosófico. La profesora destacó la dedicación del Director de la Escuela de Filosofía por mantener viva una actividad tan inherente a aquellos que comprenden el mundo filosófico, una labor que debe preservarse activa.
Resultó conmovedor presenciar a la profesora ponerse de pie para elogiar la monumental labor del Prof. Eulogio Silverio al frente de tan prestigiosa Escuela. Sin un atisbo de adulación, su presencia denotaba autoridad y prestigio, reconociendo con sinceridad que, finalmente, nuestra Escuela se está enfocando internamente.
Precisamente
esa es la labor del Director de Nuestra Escuela de Filosofía. Lo conozco desde
hace más de treinta años. La primera vez que lo vi fue en un lunes de 1992
durante una clase de lógica (FIL-121), impartida por el Dr. Rafael Morla en el
Aula FH-309 a las 7:00 de la noche. Allí lo conocí inmerso en una conversación
seria con su amigo, el Prof. Dustin Muñoz; ¿sobre qué hablaban? Sobre
Filosofía; todo su mundo ha girado en torno a eso. Soy testigo de ello, tanto
que una noche en 1996, antes del conocido proceso de "reinscripción",
me instó a inscribir asignaturas de Filosofía para que sus compañeros avanzaran
en la Carrera; su decepción fue palpable cuando le informé que me había
inscrito en la que sería mi segunda carrera, Derecho, pues parecía esperarme en
Filosofía. Desde entonces, expresaba su amor y profunda preocupación por la
Escuela. Cuando le comuniqué que me había transferido a la Carrera de
Filosofía, no dejó de darme seguimiento hasta mi graduación.
El
tiempo no ha disminuido su interés filosófico. Es evidente en sus acciones, ya
que desde que asumió la Escuela, se ha embarcado en la ardua tarea de recuperar
las memorias de la Escuela, entrevistando a aquellos que marcaron la historia
en la UASD, quienes en la época más difícil de nuestra Alma Máter, mantuvieron
en pie el quehacer filosófico, aferrados a un ideal que las generaciones más
recientes disfrutamos hoy en día.
Cuando
comencé a estudiar Filosofía, conocí a los filósofos de nuestro país que, como
ídolos de barro, como dice Andrés Avelino, se alzaban en los altares de las
cátedras filosóficas, pero solo llegaban hasta los años setenta. La deuda
persistía con aquellos que, entre bastidores, sin importar las dificultades,
estaban haciendo historia, manteniendo en alto el estandarte de una Escuela, la
única escuela en el país que se preocupaba por la Filosofía por amor puro; es
decir, además de enseñar, estaban generando debates en diferentes foros del
país. Allí estaban esos profesores construyendo una nueva historia.
Hace
unos quince años, el Director, Prof. Eulogio Silverio, me había expresado su
intención de honrar esas glorias académicas; de ahí el "Archivo de la
Voz". Sin embargo, no sabía que su intención llegaría tan lejos, ya que
decidió perpetuar la memoria de las jóvenes generaciones, incluyéndome a mí.
Más aún, me sorprende su "Banquete platónico", al emprender una meta
tan comprometida como contribuir a la histórica Facultad de Humanidades,
convirtiéndola en el epicentro del discurso filosófico. Lo más impactante es
que lo logra con recursos locales, sin necesidad de mirar hacia fuera, avivando
lo que Federico Hegel designa como el espíritu del pueblo.
Por
eso, la profesora Lusitania Martínez, una de las glorias de nuestra prestigiosa
e histórica Escuela de Filosofía, puesta de pie frente a otras glorias, como
Alejandro Arvelo, Mario Bonetti, el mismísimo León David, quien fue mi
profesor, entre otros destacados docentes, intelectuales y estudiantes
preocupados por la filosofía, manifestó un hecho sorprendente: la Escuela de
Filosofía estaba conjugando diferentes personalidades y generaciones en un solo
hecho, el quehacer intelectual. Al verla, vino a mi mente Hegel, a quien
parafraseo: el espíritu de la filosofía estaba danzando en nuestra Facultad.
El
maestro Prof. Eulogio Silverio está transformando nuestra Escuela; es justo que
nos posicionemos del lado que aboga por el bienestar de la Filosofía y, por
ende, de nuestra profesión. Ha demostrado ser un verdadero humanista, no solo
por lo que dice, sino por sus acciones genuinas, devolviendo la dignidad a las
humanidades, convirtiendo nuestra Facultad en un verdadero foco de discurso
intelectual.

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