La habitación 1408 es un film de Mikael Hafström, protagonizada por
John Cusack y Samuel L. Jackson. La trama gira en torno a un escritor de
novelas de terror, Mike Enslin (John Cusack) quien, en busca de eventos
extraordinarios (o sea, sobrenaturales) se hospeda en la habitación 1408 del
Hotel Dolphin, pese a las negativas y advertencias de su administrador, Gerald
Olin (Samuel L. Jackson); una vez instalado, la experiencia que vive el héroe,
el Sr. Enslin, es, además de sobrecogedora, angustiosa; allí tiene que
enfrentar alucinaciones y luchar con el peor de los tormentos que ha vivido el
ser humano: el remordimiento de conciencia.
Pero lo que me llama la atención
de este film, que es la esencia de este breve ensayo, es el tema de la muerte
cuyo trato es una constante en toda la película. El héroe no quiere morir;
rehúye al tema de la muerte, evita pensar en aquello que es inevitable.
La habitación es un antro de torturas.
Imágenes fantasmales de tormentos se diseminan por la habitación relatando al
héroe las formas en que pusieron fin a su estancia angustiosa aquellos que le
antecedieron. La habitación lucha por convencer a Mike Enslin de que el
suicidio es la mejor forma de poner fin a su tormento. Pero Mike se resiste, el
instinto de conservación se impone a su humanidad. Porque el suicidio es
humano, se ejecuta en el marco de la razón, mas el instinto de conservación se
aleja; se impone cuando la razón nos falla, o aún no despierta.
El tema de la muerte es latente
en el film. Desde el despacho de Gerald Olin, Mike recibe una inducción macabra
sobre lo que es la habitación:
fotografías de suicidios ocupan las manos de Mike mientras Olin da detalles
de cada una de ellas. Al parecer, de acuerdo con el argumento del film, el
primero busca persuadir al segundo de que se desestime el ubicarse en esa
habitación; pero, ¿no será, más bien, una aplicación psicológica inversa, con miras
a fortalecer esa curiosidad que campea en la imaginación del héroe, imaginación
que, dado lo fuerte de su reticencia adquiere la dimensión de morbo? ¿Y no será
que el director del film, Mikael Hafström, hace del Sr. Olin su alter ego para incitar nuestra
curiosidad y así desear entrar en esa habitación y saber lo que allí se oculta.
Y, finalmente, entramos con el héroe a esa habitación, satisfechos de haber
prevalecido sobre las pretensiones de Olin.
En la habitación se produce un
evento interesante. Aunque el personaje de Mike se resiste a morir, podemos
decir con toda certeza que su muerte ya se produjo: desde que vio las imágenes
que le presentó Olin experimentó en sí mismo la muerte, sus ojos sucumbieron
ante la tentación de querer ver, cuando se retira del despacho ya no es él sino
que el espectador, el público (el que mira el film) ocupa el lugar del héroe.
Desde que los ojos de Mike se posaron sobre las fotografías nacimos en aquél
personaje que moría.
Virgilio Díaz Grullón, cuentista
dominicano, en Broma póstuma, nos
ofrece un relato en el que un bromista entra a un museo para ocupar el lugar de
una estatua y asustar a los visitantes; pero todo le falla cuando adquiere la
rigidez de la estatua quien a su vez adquiriría sus movimientos y personalidad.
Y es lo que se produce en el film: Mike Enslin sucumbe en las fotografías
mientras que el espectador asume su lugar. Por eso, cuando Olin habla lo hace
con nosotros; es el director que nos mira y cuestiona nuestra obstinación y nos
ofrece la oportunidad de salir de aquél lugar de manera airosa: muriendo.
La muerte es el tema en cuestión.
Ahora nos encontramos en un lugar que, podríamos decir, es el reino de la
muerte; algo muy parecido a los que nos relata Dante Alighieri. Por cierto,
cuando Mike se dirige a la habitación, la cámara enfoca el escrito
ensangrentado que Olin le había entregado; esta escena remite a la inscripción
que Dante lee en la puerta del infierno: Abandone
toda esperanza quien entre aquí. Mike desestima la advertencia y prosigue
su marcha por el pasillo; observa a una mujer que camina entra de reversa a su
habitación dejando que el coche del niño entre de último (esta acción nos
remite al film El bebé de Rosmery, De
Romans Polanski); la manera como la madre arrastra el coche del bebé nos
adelanta algo de lo que ha de pasar en la habitación será tenebroso. El
retroceso de la madre predica el estado involutivo de la vida; todo deja de
ser, nada es eterno; todos, de alguna manera, tenemos que morir.
La habitación es la antro de la
misma muerte. Por todos lados se respira un desprecio por la vida. Mike es
invitado a festinar de la muerte; si quiere salir de aquel lugar, hay una vía
efectiva y rápida: suicidándose, como han hecho todos los que le antecedieron
en aquella habitación. Porque la muerte, es el camino más corto cuando se busca
liberarse de la angustia; y cuando hay que acelerarla porque la segunda se
torna insoportable, el suicidio es la fórmula para obtener el resultado. Quizás sea una acción egoísta; pero si de
algo hay que estar seguro es que el suicido implica, además de valor, una
amplia reflexión sobre el asunto. Nadie quiere morir, pero cuando la vida se
torna insoportable o cuando carece de sentido, el suicidio es el punto final
que finiquita ese triste epílogo.
El oficio de escritor de Mike
Enslin era una máscara. Vivía fuera del hogar tras experiencias
"escalofriantemente sobrenaturales" que le permitieran escribir
historias que alimentaran a los mórbidos lectores de novelas de terror. Como
escritor, era un verdadero fiasco, si partimos de su popularidad; pero no era
así pues la selectividad de sus lectores, entre los que se encuentran el
refinado y enigmático Gerald Olin, denuncian que se trataba de un escritor
maldito remite nada más y nada menos que al mismo Stephen King, salvo en su
carente popularidad; pero Mike Enslin es la personificación de esos escritores
cuyas obras evidencian a todas luces el
vendaval que
destroza su interioridad.
La habitación 1408 era una
réplica a menor escala de lo que sucede en la mansión de El diario de Ellen Rimbauer: la
mansión escuchaba Ellen Rimbauer escuchba las conversaciones, pero la
habitación iba más lejos porque leía los pensamientos de Mike Enslin, sabía
cuál era su temor y sobre qué se fundamentaba su culpabilidad; sabía que él no
era feliz, que su culpa era mayor que su amor; por eso lo invitaba a morir. Y,
como preámbulo de su invitación, lo llevaba a aquellos recuerdos más tortuosos
con el fin de recordarle que su vida era miserable; sus recuerdos eran emergían
como una sentencia de la que no podía liberarse: si quería liberarse de esa
insoportable angustia, morir era la vía eficaz.
Mike no tiene salida. Su egoísmo,
como al final él mismo reconoce, lo ha llevado a esa situación. La casa le
habla por teléfono; le pregunta si está decido a abandonar la habitación
mediante el suicidio, a lo que él responde negativamente; la habitación, con
voz de operadora, ante su evasiva, le avisa que su esposa llegará al hotel en
cinco minutos; el objeta que no ella no está en su plan, que no se harán de
ella.
Nuestro héroe está en una encrucijada: si se suicida, la
habitación habrá triunfado quedando él presa de su propia racionalidad dejando
como inevitable consecuencia que su esposa, tras su llegada, se constituya en
un eslabón más de una cadena de vidas miserables; si lucha por sobrevivir no
podrá poner fin a ese infierno en que se encuentra. Tal medida lo lleva a crear
una tercera opción que escapa a la imaginación del espectador pero que estaba
anunciada cuando Mike pregunta a Olin si se puede fumar en la habitación y
Olin, luego de transcurridos unos escasos diálogos, le oferta una botella de
whisky añejo con miras a persuadirlo. La drama de Mike termina cuando hace de
ese incendio el plan "c", opción insospechada.
El drama que Mike Enslin vive en
la habitación 1408 describe con todo detalle la percepción que el ser humano
tiene de su muerte y la de los demás. La muerte propia, esa que nos separa del
mundo, suele ser evitada dentro del marco biológico; tememos morir, no por lo
que sabemos sino, por el contrario porque desconocemos lo que sucede después;
en otras ocasiones, nos resistimos a renunciar a un estilo de vida que entendemos
ventajoso para nosotros; la muerte troncha nuestras metas, trunca nuestros
planes. En el relato A la deriva,
Horacio Quiroga nos describe el drama de una persona cuya agonía describía sus
más profundos sentimientos los cuales estaban cifrados en un egoísmo que tenía
apariencia de desprendimiento pues los demás se presentaban como el fin de sus
metas; pero era todo lo contrario, los demás alimentaban su deseo de vivir. La
resistencia a morir es primitiva; aunque nuestro esfuerzo se concentra en
racionalizarla, sobre todo a partir de la religión.
Pero pensar en la muerte del otro
(padre, madre, esposa, hijos, amigos) no nos libera de nuestro egoísmo sino que
mitiga su asperidad; es decir, entendemos que la presencia del otro contribuye
con nuestra felicidad, nos ayuda a entender que sin el otro la vida tiene menos
sentido.
Para Mike entender esto tuvo que
regresar al pasado, vivir el proceso de muerte de su hija, desde su felicidad
hasta su fallecimiento, pasando por el proceso de enfermedad; pero es en la
soledad, en medio de los escombros que lo rodeaban, simbolizando con ello la
esperanza perdida, donde él experimenta lo insoportable del dolor ante la
pérdida de su ser querido, su hija; allí expresa su amor, se resiste a la
pérdida que por demás es inevitable. Suena la radio y su hija ya no es más que
una osamenta compuesta de polvo y cenizas; intenta retenerla pero no puede ya
es tarde. Porque lo doloroso de la muerte del otro es que no podemos evitarla,
y menos cuando ya ha sucedido; de ahí que hagamos lo posible por extender los
recuerdos que nos quedan como consuelo de lo que alguna vez fue. Recuerdo una
inscripción que vi en la tumba de una niña; decía: Te quiero hasta la luna...Por la expresividad intuyo que fue la
madre; pero, sin importar quien haya sido, entiendo que hay un deseo de retener
algo imposible. Porque la muerte es algo que no podemos evitar, y menos cuando
se trata del otro, porque "todo el mundo muere".
Es allí, en ese escenario de
muerte y dolor, donde Mike Enslin despierta. Ya no están los escombros, ya no
están las cenizas, pero sí el recuerdo y con ello la experiencia de una pérdida
irremediable que por demás él intenta enmendar. El hecho de despertar implica
algo más que abrir los ojos con la conciencia del lugar, implica entender el
fallo y tratar de reparar el daño perpetrado. "Toda mi vida no he sido más
que un egoísta, pero ya no será así", dice Mike.
Ahora la tarea de Mike Enslin es
proteger lo que le queda, su esposa. Para lograrlo debe inmolarse; exponerse al
peligro sin incurrir en el suicidio; todavía retiene su deseo de vivir, salvo
que ahora intenta prolongar su vida en pro de alguien más. El otro se
constituye en su fin y él en el medio.
El final de la película deja por
sentado que los suicidas y de la habitación 1408 sucumbieron ante la fuerza de
su exacerbado egoísmo; no entendieron, por así decirlo, lo inminente de la presencia
del otro en sus vidas. Mike, por el contrario entendió esto que, al final le
dio la salida de un lugar donde nadie soportaba más de una hora, pues lo que
encontraban más cercano era el suicidio. ´
Finalmente, Mike Enslin logra
salir de la habitación mediante la vía del martirio. Al arriesgarse por el
otro, puede emerger, cual ave fénix, de sus cenizas; ahora es otro, comparte
sus oficios con su esposa, incluso los recuerdos de un lugar que se constituyó
para él en el mismo infierno. Ahora Mike es libre de la habitación 1408; pero
sus recuerdos siguen allí, recordándole que forma parte de un universo donde el
otro se constituye en su reflejo.
Por: José E. Flete-Morillo.-
Miguel De Unamuno, en Del sentimiento
trágico de la vida, refiriéndose exclusivamente al cristianismo, plantea
que la supervivencia nos motiva a crear un mecanismo que garantice nuestra
inmortalidad, entendiendo por inmortalidad la permanencia en la vida misma.
3 comentarios:
Quede encantada con la forma tan explícita, llamativa y coherente en la Cual expresa su critica personal dando asi a conocer su punto de vista de este film, normalmente suelo leer mucho pues es uno de mis mejores pasatiempos y en todo el tiempo es una de las muy pocas veces que el escritor llama mi atención a observar el film o escuchar una canción por deseos e intriga de saber mas de eso de lo cual escribe.
Excelente !!
Excelente me gusto
Muy buena
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